Hablar de energías limpias suele traernos imágenes de turbinas girando al viento, paneles solares brillando al sol y comunidades autosuficientes viviendo en armonía con la naturaleza.
Pero en México, esta visión ideal muchas veces choca con la realidad: Las energías renovables también pueden generar conflictos, despojo y desigualdad.
🌱 Transición energética: ¿Nueva etapa o viejo modelo?
El mundo está avanzando hacia una transición energética. El objetivo es claro: Dejar atrás los combustibles fósiles que alimentan la crisis climática y apostar por fuentes renovables como el sol, el viento o el agua. Hasta aquí, todo bien. Pero hay un problema: en muchos países, y México no es la excepción, esta transición se está haciendo con las mismas prácticas extractivistas del pasado.
Es decir, se cambia el recurso (de petróleo a viento, por ejemplo), pero no se cambia el modelo: Decisiones tomadas desde el poder, megaproyectos impuestos sin consulta, intereses privados por encima del bienestar colectivo.
⚠️ Cuando lo verde no es justo
En nombre de la energía limpia, se han instalado megaproyectos energéticos en territorios indígenas y campesinos, muchas veces sin el consentimiento de las comunidades.
Un ejemplo clave es el Proyecto Integral Morelos, que incluye gasoductos, termoeléctricas y acueductos en tierras nahuas. La imposición de este proyecto ha causado una fuerte resistencia social, incluso con consecuencias trágicas, como el asesinato del activista Samir Flores Soberanes en 2019.
En Oaxaca, grandes parques eólicos han sido señalados por dividir tierras comunales y alterar el tejido social, generando tensiones entre vecinos, amenazas y falta de transparencia.
Todo esto evidencia algo importante: Una energía no puede llamarse “sustentable” si viola derechos humanos y territoriales.
📌 ¿Quién decide? ¿Quién gana? ¿Quién pierde?
Pocas veces se habla de quién se beneficia realmente.
- Las ganancias quedan en manos de empresas privadas, muchas extranjeras.
- Las tierras se ocupan sin acuerdos justos o compensaciones claras.
- Las comunidades locales no reciben energía, empleo digno ni participación.
En otras palabras: Se privatizan los beneficios, pero se socializan los impactos. Y eso no es transición energética, es colonialismo verde.
🌎 Territorio: Algo más que tierra
Para muchos pueblos originarios, el territorio no es una simple extensión de tierra. Es su hogar, su historia, su espiritualidad y su sustento.
Cuando se instala un megaproyecto sin tomar en cuenta a la comunidad, se altera mucho más que el paisaje:
Se transforman las dinámicas sociales, se fragmentan las relaciones y se debilita la autonomía local. Una transición energética que no respeta los territorios es una transición fallida.
💬 Las comunidades no están en contra del cambio
Es un error pensar que los pueblos se oponen a todo. Lo que muchas comunidades quieren es participar, decidir y ser parte activa del futuro energético, no simples espectadores.
Existen experiencias positivas donde las comunidades gestionan sus propios proyectos solares, eólicos o de biomasa, adaptados a su contexto, con visión colectiva y sin imposiciones externas. Este tipo de iniciativas muestran que sí es posible una transición energética justa, que sea ecológica y social al mismo tiempo.
🔄 Cambiar la pregunta cambia el rumbo
En lugar de preguntarnos solamente:
“¿Cómo generamos más energía limpia?”
Tal vez deberíamos empezar a preguntar:
“¿Qué modelo energético necesitamos como sociedad?”
“¿Quién decide sobre el uso de los territorios?”
“¿La energía que se produce beneficia a las comunidades o solo a las industrias?”
Porque solo así podremos hablar de una transformación verdadera.
🔦 Energía con justicia: El camino necesario
No basta con que la energía sea renovable, también debe ser justa, esto significa:
- Respetar los derechos de las comunidades.
- Garantizar consultas libres, previas e informadas.
- Fomentar proyectos desde abajo, no desde los escritorios.
- Y reconocer que la transición energética no es solo un tema técnico, sino político, cultural y ético.
🎯 Al final de todo
La energía del futuro no puede construirse con las reglas del pasado.
Necesitamos dejar atrás no solo los combustibles fósiles, sino también las lógicas de despojo, exclusión y abuso de poder.
Una verdadera transición energética será aquella que no solo cambie la fuente, sino también la forma en que nos relacionamos con la tierra y entre nosotros.
Porque la energía que queremos no es solo limpia, también debe ser compartida, justa y digna.
Ingeniero en Energías Renovables
Dylan Magallanez
Referencia:
Vista de Cosechar el sol y el aire. (s. f.). https://argumentos.xoc.uam.mx/index.php/argumentos/article/view/1422/1328